Aún
nos recuperabamos del cansancio y el susto de casi perder al Noldo en
una mortífera trampa de tobogan, el aire estaba viciado y ruidos
dispersos podían oirse de cuando en cuando en la lejanía, así como
cascoquetes cayendo y chillidos de ratas y otras alimañas. Poco a
poco los integrantes de la Compañía del Alba fueron quedándose
dormidos, vencidos por el cansancio, mientras las guardias se
sucedían en orden y sin novedad. Apenas habían pasado tres horas
cuando el sonido metálico de placas de armaduras y pasos pesados,
fueron haciendo eco mientras se acercaban por el pasillo hacia la
sala donde había establecido su campamento temporal la compañía.
Un gran alivio apareció en el rostro de los integrantes del Alba
cuando pudieron ver que aquel sonido provenía de un grupo formado
por ocho enanos. Aunque la alegría duró poco, tras encontrarse y
ofrecerles ayuda, pues estaban bastante maltrechos y apaleados, los
enanos relataron como apenas habían escapado con vida de una
escaramuza en la que Astaroth, demonios, orcos y los enanos, llevaron
a cabo entre ellos en una encarnizada batalla. No sabían si su lider
había caído, hecho prisionero o cual habría sido su destino, pero
poco hizo falta para persuadirlos de unir fuerzas con la compañía
en su plan de poner fin a los planes del malvado demonio y que ellos
obtuvieran venganza por sus hermanos y lider caidos. El clérigo de
Tulkas oró un sin fin de plegarias mientras iba imponiendo sus manos
sobre los heridos enanos, cerrando sus heridas más graves y
sanándolos para su alivio.

Descansados
y recuperados, la compañía y el pequeño séquito de enanos se
pusieron en marcha, el viaje transcurrió tranquilo, con la salvedad
de una pequeña refriega con una patrulla orca que fue rápidamente
exterminada y de la que consiguieron trazos de información útil
sobre la organización, distribución, tribus orcas de Moria, así
como lo poco que sabían los orcos sobre la guerra entre las
facciones demoníacas.
Tres
días de marcha por aquellos oscuros túneles, antaño llenos de
bullicio, vida y transito, llevaron a la compañía hasta una gran
sala donde los enanos lucharon contra el demonio y sus fuerzas. No
era otra que la misma sala del portal el cual habían decidido buscar
y destruir días antes tras el combate con los demonios alados y su
señor.
Astaroth
se encontraba allí, oculto tras la forma de algún enano u orco,
pues aquella dantesca escena, estaba formada por un mini-ejercito de
enanos y orcos, que trabajaban sin descanso en la construcción de un
puente a base de cadáveres hacia el portal. La gran sala tenía
al menos cuatrocientos metros de largo y la mitad de ancho, gruesas y
altas columnas de piedra pulida hacían las veces de pasillo a ambos
lados y en el centro, se encontraba el portal demoníaco. La compañía
se dividió en dos grupos, uno formado por los enanos y Mahal
cubiertos por mágia que enmascararía el sonido y Otsearion
invisible, plantarían cara y atrerían el grueso de las fuerzas del
demonio, mientras el otro grupo, oculto con ayuda mágica y otros
medios, trataría de identificar y dar muerte al demonio con la mayor
rapidez, pues era general el sentimiento de no querer matar a los
enanos que claramente estaban dominados por las oscuras artes de
Astaroth.
Y
así fue, cuando ya prácticamente prestos para el combate y tomadas
las posiciones, las fuerzas enemigas detectaron un resplandor
proveniente de la espada del Noldo y la batalla comenzó. Astaroth se
reveló, haciendose invisible, mientras un pequeño grupo de orcos y
enanos cargaron contra la invisible amenaza que formaba la escuadra
élfica , el semi-elfo y el clérigo, mientras el grueso de las
tropas cargó contra la amenaza enana. Tras el choque, el lider de
los enanos se hizo notar, enfrentándose a Caledor, quien lo frenó e
hizo frente mientras el Beornida, Kyras y Grimar, se encargaban de el
resto de orcos y enanos. Mientras, Galdir y Keleberth, se encargarían
de Astaroth.
La
pequeña compañía enana cerró filas junto con Mahal, mientras
trataban de bloquear como buenamente podían los golpes de sus
conjéneres apoyados por la magia de Otsearion y abatían a los
orcos, Mahal fue formando una pequeña montaña de cadaveres de orco
a su alrededor, destrozándolos a golpe de martillo.
Al
mismo tiempo, Astaroth se hizo visible, señalando con un dedo a
Kyras mientras recitaba un verso arcano y este, caía al suelo
desplomado. Un velóz astil salió disparado de la hacia el demonio,
clavándosele y haciendole rugir al tiempo que Keleberth se
materializaba. Astaroth extendió su mano frente a él al tiempo que
recitaba nuevamente algún tipo de salmo arcano, todos los allí
presentes notaron como una enorme fuerza los golpeaba de alguna
manera, aunque la buena fortuna quiso que de alguna manera sus
voluntades resistieran la maldición, para instantes después, la voz
de Keleberth hacerse eco por la sala elevando una plegaria a Manwë y
un haz de luz pura salir disparado hacia el demonio, hiriendolo
gravemente y haciendole rugir nuevamente de dolor mientras comenzaba
a sangrar cual gorrino ensartado. Intercambios de golpes se sucedían
a ritmo frenético, tanto en el frente enano como en el élfico. La
sección de Mahal aguantaba estoicamente aunque con serios problemas
ya que eran sobrepasados por tres a uno, si bien a cada enbestida,
esa diferencia era reducida, no tardarían mucho en caer de seguir a
ese ritmo.
Dos
veces alcanzado por las mortíferas flechas del arquero elfo,
Astaroth señaló a Keleberth mientras recitaba un encantamiento y
este, cayó desplomado al suelo. Galdir, que había dado cuenta del
enemigo que le cerraba el paso y se interponía entre él, se lanzó
también al combate con la espada presta en la mano, hendiendo la
carne del demonio y haciendole rugir nuevamente de dolor, mientras
Beornida, Noldo y Dúnedain hacían frente a sus respectivos
enemigos. Astaroth, viendo que sus esbirros iban a ser reducidos y
pronto tendría más enemigos sobre él, lanzó una maldición sobre
el Beornida implantando la duda en él y haciendo que dudara a la
hora de alzar su espada contra el enemigo que estada delante suya,
mientras Grimar acabó con su contraincante y se dispuso a cargar
contra el demonio. Al mismo tiempo, Otsearión hizo uso de un
pergamino y se trasladó desde el frente trasero hacia el demonio
dentro del alcance de su poderoso bastón. Su voz retumbó por la
sala como heraldo de la tormenta, desencadenando el poder de Manwë
que el bastón encerraba y liberándolo contra el demonio mientras
este, luchaba contra Galdir y Grimar. La enorme fortaleza del demonio
le permitió resistir el tremendo embiste del rayo del mago, si bien
le dañó, no le causó tantos daños como a nuestros héroes les
habría gustado.
La
victoria de la batalla parecía estar decantandose hacia el lado del
mal, la división enana, aunque con sus filas aún intactas, parecía
que iba a desmoronarse en cualquier instante, todo rastro orco había
sido borrado por el poderoso brazo de Mahal y algunos otros por parte
de sus hermanos, que en un noble gesto de hermandad y camaradería,
embrazaban sus escudos y usaban sus armas solo para frenar los golpes
de sus iguales dominados. Al mismo tiempo el guerrero Noldo pasaba
apuros intentando neutralizar al dominado lider de los enanos Kaduk
mientras Galdir, Grimar y Otsëarion intentaban eliminar al temible
Astaroth.
Y
en aquella precaria situacón, la rueda, giró nuevamente a favor de
Astaroth, pues la suerte parecía abandonar a cada instante a sus
contraincantes. Galdir, levantó su espada contra el demonio, pero el
impulso y fuerza que imprimió fue tal, que esta salió volando por
los aires, Calenor por su parte, ejecutaba una maniobra igualmente
fatídica para él, trastabillando y quedando prácticamente a merced
del dominado enano, mientras, Astaroth, sacaba su espada con la
intención de eliminar de un sablazo al mago, que tras lanzar su rayo
contra el demonio, parecía desprotegido. Astaroth alzó su acero
contra Ostearion que al ver la muerte reflejada en el colosal
demonio, hizo uso de un pergamino mágico que lo trasladó lejos del
alcance del demonio, este, a su vez, aprovechó el impulso del golpe
al aire para continuar con un giro que terminó impactando contra
Grimar, quien al verlo venir le dio tiempo a encajarlo de la mejor
manera posible y minimizar los daños, aunque quedó un instante sin
aire debido a la fuerza del golpe.
Mahal,
viendo la situación que se desarrollaba más alante, confió a la
pequeña división de enanos que cerraran filas y trataran de ganar
algo de tiempo y aguantaran, con esas palabras de ánimo
!!!Aguantaaaarrr!!! comenzó a cargar contra Astaroth.
Kaduz alzó su arma contra Calenor en
un terrible golpe mortal que solo gracias a la providencia y los años
de entrenamiento en el arte del combate, consiguió que el golpe
eludiera puntos vitales. Astaroth levantó su dedo hacia Galdir y
como las veces anteriores, el poderoso conjuro dejó fuera de combate
al elfo, quedando solo Grimar ante él, quien embrazando su escudo y
martillo en mano se lanzaba con renovadas fuerzas contra el coloso
una vez recuperado el aliento del golpe anterior. Montekzuma
consiguió dar cuenta de los enemigos que le cerraban el paso tras al
parecer, acabarse la duración del embrujo que le afectaba y se
dispuso a cargar contra Astaroth. Otsearion, viendo que el Noldo poco
aguantaría en la situación en la que se encontraba contra Kaduz,
conjuró un proyectil de hielo que impactó contra la cabeza del
enano dejándolo inconsciente en el suelo.
Astaroth, rugió con fuerza y descargó
su rabia contra él clérigo de Tulkas, este encajó el golpe
lanzando su escudo contra el arma del demonio para restarle fuerza al
impacto, pues su descomunal fuerza, hacía prácticamente imposible
frenarlo por completo, preparado como estaba para ello y apelando a
su voluntad de hierro y fe, resistió el embate y devolvió el golpe,
el demonio, rugió nuevamente de dolor.
Fue en ese momento, con Astaroth
haciendo frente a Galir y Montekzuma, distraído por la euforia del
combate, que no vio venir a Mahal que venía cargando, el golpe que
le propinó fue tremendo, un sonido seco de crujir de huesos retumbó
por la sala haciéndose eco, de la fuerza del impacto el arma de
Mahal quedó clavada y atrapada en el cuello del demonio, que comenzó
a rugir y sangrar sin cesar. Demonio y enano lucharon
encarnizadamente, uno por tratar de liberarse y el otro intentando
ahondar la herida y acabar de una vez por todas con su existencia,
mientras Montekzuma, Calenor y Grimar trataban de asestar golpes al
coloso, Otsearion lanzó otro proyectil de hielo, debilitándolo
entre todos, pero aún así Astaroth consiguió zafarse de la presa
del poderoso martillo y brazo de Mahal.
Apenas un parpadeo después, Astaroth
se trasladó mágicamente junto al portal, lejos del alcance de armas
y conjuros de nuestros héroes y herido gravemente, lo traspasó,
huyendo con el rabo entre las piernas....
…..Continuará.
Guardian Oscuro
lunes, 29 de junio de 2015