Versión Pascual:
18 eran los días que restaban para que se reuniera de nuevo el Concilio
Blanco. Los miembros de la compañía aprovecharon esos días de muy diversas
formas, desde estudios, a comercios, a viajes relámpagos a Bree, y otras
gestiones fiduciarias. Así llegó la convocatoria a la que acudieron Saruman,
Gandalf, Galadriel, Elrond, Glorfindel, y Argonui capitán de los montaraces del
Norte así como la compañía del Lucero del Alba y un medioelfo de nombre Kyras,
descendiente de Imrislir que se adentró en khazad dum y escribió un informe.
Se debatieron las distintas posibilidades de actuación de la compañía,
siendo la última decisión de los mismos compañeros. O se entraba en Moria a
investigar el rastro de ascaroth o se viajaba al Norte a buscar un palantir o
se acudía a defender Bree, ya que un terrible ejército de Gundabad se
aproximaba. Se aceptó a Kyras como nuevo compi y se decidió ir a Bree junto al
montaraz y Gandalf. Una vez en Bree sin apenas tiempo de preparativos se hizo
frente a la hueste enemiga de 400 huargos y lobos aterradores, 200 trasgos, 20
trolls de las nieves y el jefe orco con un olog temible, Rogrog. La compañía se
desplegó al frente de los valientes 200 montaraces 150 milicianos y hobbits 30
arqueros de Rivendel Gandalf y el capitán montaraz como jefe al mando.
El combate fue sangriento y encarnizado, con grandes y épicos episodios como
la victoria de Calenor sobre Rogrog, pero también tuvo episodios trágicos como
la muerte del Capitán Montaraz. No
obstante la victoria fue de los sirvientes de la luz. La compañía brillo con
luz propia ayudando sobremanera a contener la marea lobuna, acabando con los
mejores lugartenientes trasgos y liderando tropas propias y salvando capitanes
propios. Una vez todo terminó se nos invito al funeral de Argonui y la
investidura de Arador. El futuro capitán nos pidió ayuda para recuperar una
reliquia de los dunedain que yace en un antiguo túmulo maldito. Sólo 1 de
nosotros puede intentarlo y tras derrotar al terrible tumulario realizar un
ritual de purificación. Calenor se presenta voluntario desoyendo los consejos
de amigos y sabios, y contando con el apoyo de sus compis se dispone a
enfrentarse a la muerte más allá de la luz...los túmulos de Eldacar Turambar y
Ciryon serán la siguiente parada
Versión Sergio:
Aún restaba un día para la fecha señalada en la que debía
celebrarse el concilio. Tras largos días de meditación, diecisiete para ser más
exactos, decidí confesarle al fin a mi señor Elrond la existencia de aquellas
pesadillas que se repetían, una y otra vez, y me llamaban con fuerza a acudir
al bosque negro. Su acogida fue cálida y familiar como siempre. Titubeé unos
segundos, antes de ir al grano. Tras confesarle mis temores, lejos de reproche
alguno, Elrond admitió haber sentido la misma llamada. "Algo oscuro y
poderoso ha despertado en el
bosque"
-proclamó Elrond, antes de proseguir-. No debes acudir bajo
ningún concepto. Durante la celebración del concilio anunciaré las malas
nuevas.
Respiré con alivio tras escuchar las palabras de mi señor. Pero ese no fue el
único anuncio. También me avisó acerca de uno de los invitados a aquella
reunión y de sus intenciones. Fue entonces cuando me enteré de que Bree corría
peligro. La persona a la que hacía referencia era Aranui, capitán de los montaraces
del norte. En mi mano y la del resto de los miembros de mi compañía recaería el
peso de ayudar a los montaraces o proseguir con nuestra misión. Mi decisión
estaba tomada, pues mi conciencia me dictaba salvar a aquella pobre gente que
residía en la aldea, pero Elrond me aconsejó no separar la compañía. No
olvidaría sus palabras.
De esa guisa llegó el gran día. Entre los ilustres invitados se encontraban,
además de mi señor y mis "hermanos" del Lucero del Alba, la dama
Galadriel, Saruman el blanco, Gandalf el gris, el glorioso Glorfindel, el
capitán Aranui y un medio elfo que respondía al nombre de Kyras.
El concilio empezó de forma apacible. Tras las presentaciones de rigor, se
pusieron sobre la mesa los dos caminos que podía tomar la compañía, dejando
claro que no estábamos obligados a hacer nada que no quisiéramos, ir a Moria a
investigar que planes estaba urdiendo Azaroth o viajar al norte en busca de
alguno de los palantir que continuaban perdidos. Fue entonces cuando empezó la
discordia al ignorar el sabio Saruman al capitán de los montaraces.
"Hay una tercera opción para la compañía pues he venido a solicitar ayuda
para defender Bree de los temibles enemigos que la amenazan desde el norte. El
invierno está siendo especialmente crudo y los rios, que en condiciones
normales debieran representar una defensa natural, se han congelado. Un
poderoso ejercito de huargos, lobos, trasgos y trolls de las nieves, comandado
por un gran trasgo y el infame ologh-hai Rogrog, avanza hacia Bree y la comarca
con la intención de arrasarlo todo. -dijo el capitán Aranui con preocupación.
Elrond lamentó no poder ayudarles debido al despertar de oscuras fuerzas cerca
de sus fronteras, alegando necesitar a su gente para investigar su origen y
defender Imladris. Saruman fue más lejos y ninguneó al montaraz, asegurando que
había asuntos importantes que atender y no podían perder tiempo con nimiedades.
Gandalf intervino para apaciguar los ánimos y se ofreció a ayudar a la gente de
Bree, cosa que le hizo poca gracia a Saruman, a juzgar por su expresión
contrariada. La dama Galadriel pronunció unas palabras que reforzaban la
decisión de Gandalf al proclamar la pregunta sobre si podían ignorarse los
pequeños problemas por un fin superior aunque eso llevara a la pérdida de miles
de vidas.
Fue entonces cuando me levanté y pedí la palabra, animado por la afirmación de
la señora de Lorien.
"Soy consciente de la importancia de nuestra misión pero ¿no es cierto que
nuestra lucha contra los grandes males que amenazan a la tierra media tiene
como objetivo proteger a nuestra gente? Es por ello que mi conciencia me dicta
ir en auxilio de Bree y deseo de corazón que mis "hermanos" coincidan
conmigo. Sea como fuere, la compañía no debe separarse así que escucharé la
opinión del resto de miembros del Lucero del Alba antes de tomar una decisión
definitiva...
(Continuo luego que tengo una llamada en el curro)
El primero en levantarse fue Mahal que, por contra de lo que
esperaba y a pesar de su deseo de ir a Moria cuanto antes, votó por ayudar a la
gente de Bree y de La
Comarca. También ofreció pedir ayuda a su familia para que
enviara gente a proteger las tierras de los medianos mientras nosotros
ayudábamos a los montaraces en Bree.
El segundo en tomar la palabra fue el bueno del maese Grimar. Su decisión
también me sorprendió ya que, a pesar de respetar su postura, votó por viajar a
Moria por la importancia de nuestra misión, lamentando los daños colaterales
que pudiera acarrear nuestra negativa a acudir en auxilio de los humanos y los
hobbits.
Otsearion no dudo ni un solo instante y voto a favor de Bree. Kylas, el nuevo
miembro de la compañía por petición expresa de Elrond, en virtud de sus
conocimientos y de ser hijo del único héroe que había entrado en Moria y salido
con vida, coincidió con el clérigo de Tulkas y votó por ir a Khazad-dum.
La decisión final dependía de lo que votaran mis hermanos elfos Keleberth y
Galdir, mis amigos de la infancia. Cuando se levantaron y dijeron al unísono
que no dejarían tirados a los habitantes de Bree, pusieron fin a mi
sufrimiento. La decisión estaba tomada: ayudariamos a los montaraces antes de
ir al encuentro con Azeroth el impio...
La dama Galadriel se comprometió a vigilar los accesos a Khazad-Dum hasta
nuestro regreso. Tras ello, finalizó el concilio.
El capitán Aranui nos agradeció el ofrecimiento y nos informó de la situación
desesperada de su gente. Casi no les quedaba comida y la moral estaba por los
suelos. Habían aprovisionado varias carretas de alimentos y enseres para
trasportar hasta Bree. Me ofrecí a ayudar a comprar tantas provisiones como
pudiera con mis ahorros pero mi señor, a pesar de agradecer mi gesto, me
informó de que no había mas comida que comprar. El dinero no sería útil en esta
ocasión.
Partimos sin demora hacia Bree junto a los montaraces y a veinte arqueros de
Imladris. Cuando llegamos fuimos conscientes de que la situación era aún peor
de lo esperado. Los aldeanos carecian de ka instrucción marcial necesaria para
aguantar un asedio. Aterrados, famélicos y mal armados, esa era la realidad.
Mientras esperábamos las noticias de los batidores dunedain, todos nos pusimos
a colaborar:
Mahal aplicó su talento racial para mejorar las defensas, Otsearion demostró su
sabiduria e inteligencia complementando los conocimientos del enano. Grimar fue
clave para alimentar el espíritu de nuestras escasas tropas. Keleberth y Galdir
trabajaron sin descanso en la elaboración de trampas y fosos a la par de
realizar batidas en los alrededores. Kyras y yo nos dedicamos a entrenar a los
aldeanos para que tuvieran alguna posibilidad de sobrevivir y Gandalf terminó
de completar la estrategia, infundiendo esperanza con su mera presencia.
Los batidores llegaron al fin. Malas nuevas traían. El enemigo estaba muy
cerca.
Los instantes previos a la batalla fueron tensos y angustiosos. Podíamos oler
el miedo en el rostro de la gente. Un poderoso cuerno de guerra resonó en el
camino del noreste...
"Ya están aquí"
El enemigo embistió con fuerza pero aguantamos la primera acometida. Pude ver
como Mahal reía ante el enemigo, rodeado por cuatro terribles lobos, gritando
"¡khazad ain menu!". Las múltiples heridas de mordiscos no amilanaban
el indomable espíritu del enano
Keleberth y Galdir acudieron en su ayuda, acabando entre los
tres con multitud de malignas criaturas. Kyras demostró ser un diestro
guerrero, acabando con todos los lobos, huargos y trasgos que cometieron el
error de cruzarse en su camino. Grimar hizo lo propio, destrozando cráneos de
trasgos a la par que auxiliaba con sus extraordinarias dotes curativas a los
heridos. La melodiosa voz de Galdir lograba que sus certeros golpes sonaran
como música de Amán. Keleberth tomo el mando de una unidad cuyo capitán
había caído en combate. Su intervención no pudo ser más propicia pues un enorme
troll de las nieves amenazaba con causar estragos. La vil criatura detectó su
presencia y cargó contra "mi hermano". Por un momento pensé que su
final estaba próximo. Yo estaba demasiado lejos para acudir en su ayuda.
Afortunadamente apareció de la nada el arrojado Mahal, interponiéndose en el
camino del troll, lo que le dió tiempo suficiente al hábil Keleberth para
efectuar un certero disparo que impacto de lleno en el ojo de aquella mole
matándola en el acto.
Al fin llegó mi momento: en el fragor de la batalla me cruce con el terrible
Rogrog y tuve la oportunidad de medir nuestras fuerzas. El combate fue
durísimo. Una y otra vez lograba impactar a mi enemigo pero las heridas no
parecían afectarle demasiado. En cambio él logró impactarme en varias
ocasiones, salvando mi cabeza por muy poco. Tan solo mi pericia en combate, mi
gran armadura de escamas de dragón negro y los poderosos sortilegios del gran
Otsearion lograron que conservara la vida. Pero tenía que ser mas certero o no
lograría ver un nuevo amanecer. Sentía que las fuerzas comenzaban a flaquearme
por contra del gran empuje de mi rival.
"No puedo fallarles. De este combate podría decidirse la suerte de la
batalla"-. Pensé.
Manwe pareció oir mis plegarias y logré asestarle el golpe definitivo a mi
oponente poniendo fin al terrible combate. Escuché los gritos de euforia de
nuestro bando ante mi gran victoria. Estábamos ganando la batalla pero yo había
perdido demasiada sangre y sentía el dolor de la pierna que el ologh-hai me
había fracturado. Dos enormes huargos olieron el aroma de la muerte y se
abalanzaron sobre mi. Lo que Rogrog no consiguió poco faltó para qye lo
lograran aquellas bestias. Maté al primero de un solo golpe pero su compañero
me alcanzó en la pierna de un brutal mordisco. Estuve a punto de perder el
conocimiento pero en el último instante acabé con la amenaza. Nuestros enemigos
empezaron a huir despavoridos. Habíamos vencido. Grimar me encontró más cerca
de la muerte que del mundo de los vivos. Su magia divina curó mis heridas.
A pesar de la victoria, la gente lloraba por la muerte de muchos seres
queridos. Una de ellas fue especialmente dolorosa. El capitán Aranui había
caído...
Guardian Oscuro
sábado, 7 de marzo de 2015