...Las noches se alargaban y los días eran cada vez más lúgubres y
cortos, el frío habìa hecho mella, la nieve y el hielo se había apoderado de
caminos y pasos. Solo los más viejos de los habitantes del norte recordaban un
invierno tan duro, muchos morían de frío o por la hambruna que azotaba toda la
región por la escasez de alimentos. Pero un peligro aún más letal se levantaba
en el Norte.
Diecioho días después de la llegada de La Compañía del Alba a Rivendel
tras los hechos acontecidos en la batalla de Sok'Oda y la recuperación de la
palantir de Perlagir, el concilio blanco por fin se había reunido, el Caballero
Elron, la Dama Galadriel, Saruman el Blanco, Gandalf el Gris, un dunedain del
Norte llamado Argonui, Lord Glordfindel, un semi elfo llamado Kyras,
descendiente de un explorador que había conseguido entrar y salir de Khazad Dum
y nuestros héroes se hallaban en pleno debate sobre el siguiente paso a seguir
en la batalla contra la oscuridad.
Largo y tendido se habló sobre los peligros que crecían por
practicamente todos los frentes, al Este un poderoso y misterioso poder se
levantaba, acosando y poniendo en gurdia incluso al Caballero Elron. Hasta la
ciudad enana de Khazad Dum siguió Glorfindel al demonio Ascaroth, donde se cree
aun se encuentra, maquinando y reformando su estrategia. Y al Norte, Gundabad
había soltado las riendas de sus huestes, Argonui, clamó por ayuda para su
pueblo ante el concilio por la apabullante y desesperada situación, varias
ciudades habían caido ya ante la horda venida del norte y su avance incesable
se dirigía hacia Bree, donde sus habitantes y refugiados supervivientes de
otros lugares se concentraban junto al parco ejercito de los hombres en un
ultimo esfuerzo por sobrevivir.
Uno a uno los miembros de la compañía del Alba, con la nueva unión de
Kyrax a sus filas, fueron dando su opinión sobre que camino tomar. Tras exponer
cada uno su punto de vista, la conversación comenzó a tornarse en discusión, el
Principe Élfico Caledor, junto al talentoso bardo Galdir defendían la idea de
acudir en ayuda de las gentes de Bree, mientras que el aguerrido clérigo de
Tulkas, Grimar, afirmaba y defendía con fervor que el camino de la compañía
debía llevar sus pasos a Khazad Dum. Largo tiempo discutieron y el resto de la
compañía parecía compartir la opción de no abandonar a su suerte al pueblo de
Bree, pero sin llegar a una decisión final, todos menos Kyras, que quizá por
prudencia por ser el nuevo aun no se
había pronunciado y Keleberth, que tras haber expresado su opinión, se había
retraido en un estado de calma y concentración mientras observaba y escuchaba
la discusión y argumentos del resto de sus compañeros, hasta que, antes de que
las cosas se fueran de las manos y llegara a un punto muerto, habló nuevamente,
solicitando el silencio y una votación de cada uno de los miembros de la
compañia. Dos votos a favor de Khazad Dum y cinco a favor de acudir en la
defensa de Bree fue el resultado, asi pués, dirigiendose al Concilio Blanco, Keleberth,
comunicó la decisión del Lucero del Alba, la compañía iría a Bree.
Así pues se decidió que mientras la Compañía del Alba acudía en defensa
de Bree, la Dama Galadriel intentaría controlar las fronteras del Este de las
montañas de Khazad Dum, el Caballero Elron estaría alerta y vigilante de sus
propias fronteras, pues el nuevo mal descubierto proveniente del Este parecía
que había intentando usurpar las mentes del mismo Elron y algunos agentes de
Rivendel, incluso de Caledor en la compañía.
Escaso fue el timepo que tardaron en partir nuestros héroes, acompañados
de carretas con suministros y alimentos, con un batallón de arqueros de Rivendel, Argonui y el mismisimo
Gandalf el Gris. Rapido fue el avance hasta Bree, donde una vez allí y tras
partir un grupo de exploradores en busca del ejercito enemigo, comenzaron con
las tareas de reforzar las defensas y añadir trampas y fosos para tratar de
dirigir y concentrar el ataque enemigo a puntos concretos, a petición de
Keleberth, que gracias a la ayuda y pericia de Mahal, el duro enano de la
compañía del Alba que se había ofrecido sin reservas para esta tarea, pudieron
realizarse con diligencia. Mientras, el resto de la compañía ayudo en las
tareas que pudo, inestimable fueron las bendiciones y sanaciones de Grimar, que
ayudo en la recuperación de cuantos pudo en los pocos días que transcurrieron
hasta que los exploradores volvieron con la noticia de que el ejercito enemigo,
que casi triplicaba a las fuerzas aliadas, llegaría al anochecer.
Antorchas clavadas en la tierra alumbraban alrededor de la pobre
empalizada, el rumor de tambores, gritos y rugidos se escuchaban acercarse
lenta pero inexorablemente, como el rumor de una crecida avanzando. Y así
irrumpieron, como una marea negra con el único objetivo de destruir y borrar de
la faz de la tierra la aldea de Bree.
Pero algo desvió el curso de esa avalancha, el coraje y la determinación
de los hombres, elfos e incluso hobbits que formaban parte de aquella alianza,
comandados por la experta e inteligente mente de Argonui y la compañia del Alba
al completo en la vanguardia de las defensas, con el apoyo mágico del poderoso
Gandalf y Osarión. Las estacas y fosos
hicieron su papel y la pericia de Argonui dirigiendo las tropas allí donde más
falta hacían y más daño podían causar, junto con los integrantes de la compañía
que fueron dando caza a capitanes y lugartenientes enemigos.
El valeroso Caledor, buscó y dió caza al segundo del bando enemigo, el
temible Rogrog, un infame Olog'hai famoso por su sanguinario caracter y odio
visceral hacia los hombres, el cual terminó sus días y fechorías en ese mismo
lugar, pues Caledor lo venció en un épico combate singular cuando todo parecía
estar perdido para el Noldo.
Hubo momentos al borde de la desesperanza y trágicos, poco faltó para
que una de las líneas cayera al morir un capitán de un pelotón de montaraces,
pero Keleberth que estaba cerca,
infundió valor y moral en sus corazones y poniendose al frente de esta,
renovados sus ánimos resisitieron y abatieron muchos enemigos, tantos que
atrayeron la atención de las huestes enemigas, que comenzaron a concentrar sus
mermadas fuerzas contra ellos. Fue entonces cuando Osarión que se percató de
esto, descargó una serie de mortíferos conjuros sobre la embestida, frenandola
y dejando un claro entre los dos bandos, mientras Kyrax, Grimar, Caledor y
Galdir, frenaban el avance de la caballería de huargos del enemigo junto las
tropas aliadas. Y en ese momento, en ese instante de calma, Mahal pudo ver como
un enorme troll de las nieves que se había separado del resto del batallon de
estas colosales y bestiales criaturas que iban abriendose paso hacia el
batallón de Argonui, propinó un terrible golpe a un capitan de los montaraces,
dejándolo moribundo y gravemente herido.
Nada más que unos metros separaban al coloso de Keleberth, el troll,
empezó a rugri preparandose para la carga hacia el habil arquero, que ya tenía
un astil encajado en su arco apuntado hacia la bestia. Mahal, se plantó delante
del troll, protegiendo al capitan y a Keleberth al tiempo que lanzaba improverbios y haciendo ruidos
desafiantes con el chocar de su acero contra el escudo. Una plegaría se escuchó
entre el fragor de la batalla.
..Oh Manwë Señor de los vientos, dame tu bendición en esta hora sombría,
condeme tu gracia contra los enemigos de la luz..
Aquellas fueron las últimas palabras que escuchó el troll de las nieves,
un astil de la más pura luz salió disparado del arco de Kelleberth,
atravesandole un ojo y destrozando el cerebro de la criatura, acabando con su
vida en el acto. Mahal casi atónito, aprovechó la oportunidad para poner en
lugar seguro al capitán herido, quien gracias a este consiguió salvar la vida.
La victoria era palpable en el ambiente, las hordas enemigas, rotas sus
líneas por todos sus frentes y diezmadas, comenzaron a huir en desbandada, pero
no antes de que un trágico suceso tuviera lugar. La compañía de trolls de las
nieves de la que se había separado la criatura del suceso antes narrado, había
conseguido llegar a la altura de Argonui y cual jabalí que se siente
acorralado, lucharon salvajemente en un intento de correr y salvar la vida.
Todo el ejercito aliado y nuestros héroes pudieron ver como en esa huída
frenética, abatían a Argonui. Ganfalf el Gris, quien no andaba lejos, sabía que
aquello podía cambiar las tornas del transcurso de la batalla y no dejando
lugar al desasosiego, elevó la voz dando ordenes y comandando el mismo la
defensa de Bree. Intacto el coraje, con la rabia como aliada por la muerte de
Argonui, el ejercito aliado consiguió poner en retirada a la horda oscura y
salvaguardando Bree y sus gentes.
Guardian Oscuro
sábado, 7 de marzo de 2015